Este reportaje se escribió durante mi estancia como voluntaria en la Casa del Migrante de Saltillo, Mexico. Conviví durante meses con personas que se ven forzadas a huir de sus países por la violencia pandillera

Cada día, miles de personas, entre ellas muchas mujeres, se ven forzadas a huir de sus hogares para emprender un viaje a bordo de “la bestia”.  La Bestia es el nombre que recibe el tren de mercancías que atraviesa México para llegar a Estados Unidos. Viajar en este tren representa múltiples peligros como el riesgo de caer en los rieles, enfrentarte a los secuestros y abusos del crimen organizado mexicano o la violencia por parte del personal encargado del tren, entre otras. Sin embargo, personas provenientes principalmente de países de centro y Latinoamérica se ven forzadas a elegir este medio de transporte como la única vía para escapar de la violencia de sus países. La bestia es muchas veces la única opción ya que, la obtención de visados para viajar de manera legal y segura a Estados Unidos, es prácticamente imposible. Muchas personas llegan a pagar hasta 12.000 dólares a un coyote, un guía encargado de guiar hasta “la tierra de las oportunidades”, sin que esto les aseguré que efectivamente consigan alcanzarla. 
Desde hace unos años, las mujeres tienen un papel destacado en la migración centroamericana hacia Estados Unidos. Durante los últimos años, el número de mujeres que se ven forzadas a huir y subirse a la bestia en busca de un futuro mejor, ha aumentado considerablemente. 
Según la OIM, en 2017, las mujeres representaban el 48.8 por cien del flujo migratorio a nivel mundial. En cuanto al corredor de Centroamérica-Estados Unidos, en el año 2017, una quinta parte de las personas en tránsito por México eran mujeres.
En el caso de Centroamérica y américa latina, las razones principales por las que las mujeres abandonan sus hogares son la persecución de maras y pandillas y la violencia ejercida hacia ellas o el resto de miembros de sus familias, violencia de genero ejercida por algún familiar, razones climáticas (causa cada vez más común) o persecución por defensa del territorio. 
Pese a los datos, las mujeres en el camino siguen siendo invisibilidades y silenciadas.
Debido a la situación que afecta a las mujeres y las niñas que migran en razón de su género, la probabilidad de que sean victimizadas en su paso por México es mucho mayor. Las mujeres se ven expuestas a diferentes formas de violencia. Se encuentran en mayor riesgo de ser víctimas de trata y de sufrir agresiones sexuales por parte de delincuentes, crimen organizado y funcionarios estatales. 
La mayoría de estos delitos quedan impunes por falta de denuncias ante el temor de ser deportadas de vuelta a sus países o porque las ansias de llegar a EE.UU. les lleva a callar estas violaciones. Sin embargo, esta situación de violencia no impide que muchas continúen la lucha, enfrentándose a los retos del camino con valentía.

una nota encontrada en una de las habitaciones del albergue

las vias del tren de la bestia que atraviesan el pueblo de Saltillo. 

En Saltillo, Coahuila, un pueblo cercano a la frontera con Texas y a escasos pasos de las vías del tren, se encuentra la Casa del migrante Saltillo, un pequeño albergue que se ha convertido en un oasis en medio de esta ruta tan hostil. 
Aquí, el equipo liderado por José Luis Manzo, brinda asistencia humanitaria, psicológica, sanitaria y legal a las personas en su viaje a Estados Unidos, haciendo que su camino sea un poco más fácil. Este es una de los cientos de albergues que se extiende actualmente a lo largo de toda la ruta migratoria mexicana para brindar protección a las personas en contexto de movilidad. Las personas que llegan a la Casa del Migrante de Saltillo, se alojan unos días, recuperan fuerzas y continúan su camino. 
Hasta hace un par de años, el equipo de la casa estaba liderado por el Padre Pedro Pantoja, líder espiritual y referente en la defensa de los derechos de las personas migrantes en México. El padre Pedro se enfrentó a las autoridades y al crimen organizado mexicano, entre ellos al cartel de los Zetas, denunciando los secuestros y maltratos que sufre la población centroamericana que atraviesa México. Sufrió amenazas durante toda su vida, sin embargo, no dejó de luchar hasta sus últimos días por los derechos de las personas que se ven forzadas a migrar.
Un cuaderno requisado a un coyote "guía" donde escribe todas las indicaciones de la ruta que atraviesa Mexico
Un cuaderno requisado a un coyote "guía" donde escribe todas las indicaciones de la ruta que atraviesa Mexico
Frase escrita por uno de los hombres alojados en el albergue
Frase escrita por uno de los hombres alojados en el albergue
En mi caso, tuve la posibilidad de trabajar seis meses con el equipo de la Casa del Migrante de Saltillo. Durante mi estancia en la casa, junto con otras compañeras voluntarias y trabajadoras, identificamos que la mujer se enfrentaba a muchas violencias en el camino por el simple hecho de ser mujer. “El camino en el tren está hecho para hombres”, solía escuchar. 
Esta realidad se reflejaba de manera directa en la realidad del albergue. Las zonas comunes se encontraban principalmente ocupadas por los hombres: La zona de juego, la zona de fumar, el karaoke… Las mujeres pasaban horas encerradas en sus dormitorios con sus hijos y sus teléfonos. Esta situación hacía que fuese muy complicado poder identificar las necesidades específicas que ellas pudiesen tener. 
Debido a esta situación, se retomaron los talleres donde se trabajaba con mujeres para crear un espacio seguro donde generar una relación de confianza entre todas nosotras. 
A raíz de estos talleres, surgió este proyecto donde, entre todas, decidimos homenajear a las mujeres que se encuentran en el camino. Varias de las mujeres trasmitieron la necesidad de que el mundo escuchase sus historias y con la ayuda de todas, creamos este reportaje, un homenaje a las mujeres que migran, luchadoras, fuertes e imparables “Mujeres en el Camino”.
HEIDI, HONDURAS, 25 AÑOS
“Salí de Honduras hace 1 mes. Viajo con mi hija siete años en el tren. Perdí donde vivía debido al huracán. Además, en Honduras no se puede conseguir un buen trabajo, está tremendo. 
Vengo a buscar una vida mejor para mi hija y para mi madre. Una no viene a robar a México, sino que lo que queremos es entrar en EE.UU. para trabajar y salir adelante. 
Lo difícil en venir caminando, dormir en la calle con gran frio y venir en el tren. 
Recuerdo que un día agarramos un bus para más seguridad porque no aguantaba caminar. En el bus nos paró la policía, y el ser migrantes, los pocos pesos que teníamos nos los quitaron.”
WILDA, HONDURAS, 2O AÑOS.
Salí de Honduras embarazada de 6 meses. Me ví forzada a salir con mi papá ya que, el padre de mi hijo me amenazaba con matarme y quitarme al niño si no me iba con él. 
 A veces, por mi situación de embarazo, pienso en regresarme, pero después pienso en darle un futuro mejor a mi hijo. Todo lo que hago es para que mi hijo no sufra abusos ni sea igual de maltratador que su padre. 
Lo más duro ha sido subirme al tren. Nunca en mi vida he tenido esa sensación tan horrible. Me temblaban las piernas y me caí del tren al tratar de agarrarlo. Sin embargo, me levanté y me volví a subir. 
Las mujeres tenemos gran voluntad para hacer las cosas. A veces, me desespero, pero voy a echarle todas las ganas que pueda. Tengo claro que voy a llegar a EE. UU, aunque me toque cruzar el rio nadando.”
Marlene, Honduras, 44 años
“"Salí de mi país forzosamente por miedo a ser extorsionada por las maras y pandillas, quienes me pedían dinero por mi negocio y no me dejaban vivir. 
No sabía que el camino estaría tan duro. Nunca imaginé que tendría que subirme al tren.  Finalmente superé e miedo y pude subirme. A pesar de que me caí muchas veces del tren, conseguí superar esto y mucho de los otros retos a los que se enfrenta una mujer en el camino. 
A pesar de todo, estoy aquí, en México, legalizada y con documentos ya resueltos. Como mujer, me siento feliz.”
María, Honduras, 32 años.
“Decidí salir de Honduras porque no alcanzaba a dar estudios a mis hijos. Los huracanes se llevaron todo y quedamos destruidos. Quiero dar a mis hijos lo que quieren y necesitan. 
Agarrábamos el tren corriendo, se subían mis hijos y luego me subía yo. Al saber que mis hijos estaban arriba, yo tenía que sacar fuerzas para subirme, aunque me diese pánico ver los rieles. 
Muchos hombres me decían “Usted no puede porque está gordita” “Porqué vienen en este camino si es para hombres” pero, aun así, yo sacaba fuerzas y demostraba que yo podía sin que nadie me ayudase.
Se viven cosas muy duras, pero a la vez increíbles. Venir en la bestia es de carácter y no dejar que nadie te diga que tú no puedes, porque sí podemos. Aunque sea con temor, pero podemos.”

Ada Marisol, Honduras, 24 años
Salí de mi país con la meta de llegar a E.E.U.U. y reunirme con mi familia. A pesar de haberme graduado, en mi país no tenía trabajo. 
El mayor reto al que me he enfrentado en el camino, sin duda, es el tren. Cuando vi el tren por primera vez me dio pánico. No sé de donde me salieron las fuerzas para continuar jalándolo. 
Antes de salir de mi país, me decían que el camino era para hombres per no, las mujeres también podemos. Nosotras, las mujeres, no podemos dejarnos vencer por el miedo. Tenemos que demostrar que somos capaces. Debemos depender únicamente de nosotras en el camino y demostrar lo valientes que somos.”

Nelly, Honduras, 24 años.
"Salí de Honduras con 6 meses de embarazo para poder darle un futuro mejor al resto de mis hijos. Embarazada, viajaba en el tren y lo jalaba sola. El camino es duro y se pasa frio, mucha hambre. Además, las mujeres corremos más peligros que los hombres. Pero, aun así, yo tenía claro que lo iba a conseguir. Soy una mujer que no se deja de nadie.
Di a luz yo sola, el bebé nació en el monte, bajo mucho frio, en la frontera de Eagle Pass, Texas. Nadie quiso ayudarme por ser migrante y tuve que entregarme a migración. Aunque mi hijo nació en Texas, nos deportaron a los dos de vuelta a México. Ahora he conseguido volver a cruzar a EE.UU.
Doy gracias a dios por que no me haya pasado nada en ese camino difícil y duro. Yo Quiero que las historias de las mujeres migrantes se conozcan, la voz de la mujer se tiene que escuchar.”
Varias de estas mujeres lograron su meta de llegar a Estados Unidos y luchan cada día para salir adelante. otras se quedaron en Mexico ,y de algunas, desafortunadamente, no he vuelto a tener noticias.

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